miércoles, 16 de febrero de 2011

LA LUZ DEL FARO

 Un capitán y su tripulación viajaban en medio de una terrible tormenta

durante una oscura noche y luego de varios días en altamar. El pequeño

barco era golpeado insistentemente por las olas y el viento, y se mecía

casi hasta volcarse mientras toda la estructura crujía y se retorcía

hasta que parecía despedazarse. Habían perdido los instrumentos y no

sabían ni siquiera donde se encontraban.

En medio de todo esto el capitán no hacía mas que gritar y maldecir,

gritando a Dios y reprochándole todo lo que pasaba y que habían sido

abandonados por Él. Tomado firmemente del timón en la proa gritaba a los

 truenos, los relámpagos y el cielo al saberse perdido.

En ese momento, un marinero dejó su puesto y corrió donde el capitán

quien le reprendió fuertemente en medio de la tormenta y la lluvia.

- “Por qué dejas tu puesto! Podemos perder el mástil”, le gritó el Capitán.

A lo que el marinero contesta:

- “Lo sé señor! Pero

hace mas de 10 minutos se vislumbra la luz del faro del puerto!!! Pero

usted no la ha visto por estar gritando.”

Cuantas veces no vemos la ayuda de Dios por quejarnos constantemente

de todo lo que tenemos. No hacemos mas que rechazar todo lo que tenemos.

Tal vez Dios no te de una vida sin tormentas, pero puede estar seguro

 de que siempre, en medio de la más cruel y feroz tormenta que puedas

imaginar, El estará presente con su luz mostrándote el camino y

recordándote que se encuentra siempre a tu lado.

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es

 el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del

conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.  2 Corintios

4:6

Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que

me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida.  Juan

 8:12