domingo, 6 de marzo de 2011

DIOS ES FIEL- La historia de un medico que trabajó en Africa.

Con todo amor y respeto a mis verdaderos compañeros de milicia...para
que nunca...NUNCA y a pesar de las circunstancias, nos olvidemos de
Quién Es el que nos ha llamado.
Fraternalmente: Pepe Arjona
 
Esta es la historia de un médico que trabajó en África.
Una
noche trabajé duro con una madre en su parto, pero a pesar de todo lo
que pudimos hacer, ella falleció dejándonos un pequeño y prematuro bebé y
una niña de dos años que lloraba desconsoladamente. Tuvimos grandes
problemas para mantener vivo al bebé, no teníamos incubadora ni
electricidad para hacer funcionar una. Tampoco teníamos
alimento especial para estos casos. Aunque estábamos sobre la línea del
Ecuador, las noches a menudo eran frías con peligrosos vientos.
Una
estudiante que me ayudaba fue a buscar una cobija de lana que teníamos
para los bebés.  Otra fue a atizar el fuego y a cargar una
bolsa con agua caliente. Ella volvió casi inmediatamente muy preocupada
para decirme que la bolsa se rompió al llenarla. (las bolsas de agua
caliente se rompen fácilmente en climas tropicales). ¡Y era nuestra
última bolsa!, exclamó. Como se acostumbra en Occidente, no hay que
llorar sobre la leche derramada, de modo que en África central se puede
considerar no llorar sobre bolsas de agua caliente rotas. Éstas no
crecen en los árboles, y no hay farmacias en los bosques donde
comprarlas. “Muy bien” dije, “pon al bebé lo más cerca
posible del fuego y acuéstate entre el bebé y la puerta para evitar las
corrientes de aire frío. Tu trabajo es mantener con calor al bebé.”
Al
mediodía, como hacía todos los días, fui a orar con los chicos del
orfanato que querrían reunirse conmigo. Les daba sugerencias sobre cosas
por las cuales orar, y también les conté del pequeño bebé. Les expliqué
nuestro problema de mantener al bebé con calor suficiente, la bolsa de
agua caliente que se había roto, y que el bebé podía fácilmente morir si
se enfriaba. También les conté de su hermana de 2 años, que lloraba
porque su madre había muerto.
 
 
Mientras
orábamos, una de las niñas, de nombre Ruth, hizo la usual sincera
oración que los niños hacen en África. “Dios, por favor, envíanos una
bolsa de agua caliente hoy, mañana será demasiado tarde porque el bebé
habrá fallecido, por favor envíala esta tarde”.  Mientras
trataba de contenerme por la audacia de su oración, ella añadió: “y
también ¿podrías por favor enviarnos una muñeca de juguete para la niña,
así ella puede ver que Tú realmente la amas?” Como sucede
a menudo con las oraciones de los niños, yo fui sacudido. ¿Podría yo
decir amén honestamente? ¡Yo no creía que Dios podría hacer esto! Oh
sí, yo sé que Él puede hacer todo; la Biblia dice así. Pero hay
límites, ¿no es cierto? La única forma en que Dios podía contestar esta
oración en particular, sería si alguien enviaba una encomienda desde el
exterior. Hacía ya casi 4 años que estaba en África y nunca había
recibido una encomienda. Y si alguien enviaba una ¿podría ser que incluya una bolsa de agua caliente? ¡Yo vivía sobre el Ecuador!
A
media tarde mientras estaba dando clases al grupo de enfermería, me
llegó el mensaje de que un vehículo había llegado a mi casa. Para cuando
llegué a mi casa el vehículo ya se había ido, pero en la puerta había
una caja de unos 11 kilos. Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas,
no pude abrir la caja yo solo, llamé a los niños del orfanato para que
me ayuden. Con mucho cuidado sacamos los precintos y empezamos a
desempacar con mucha emoción. Había unos 15 chicos observando la gran
caja. Comencé a sacar yerseis de colores muy brillantes. Los ojos de los
chicos estaban iluminados. Había vendas para los leprosos. También
había pasas de uva que serían de utilidad para el fin de semana.  Luego
puse mi mano nuevamente en la caja y sentí… ¿podía esto ser cierto? Lo
tomé y lo saqué. Sí. ¡Una bolsa de agua caliente nueva!
Lloré, yo no
había pedido a Dios que nos la mande; yo no creí verdaderamente que Él
podía. Ruth estaba en primera fila. Ella se adelantó y en
alta voz  dijo, “si Dios envió una bolsa de agua caliente, también debe
haber enviado la muñeca” Escarbando hacia el fondo de la
caja, ella sacó una hermosa muñeca con un vestido de colores. ¡Sus ojos
brillaban, ella nunca había dudado! Mirándome me preguntó,
¿ “puedo ir contigo y darle la muñeca a la niña, así ella sabrá que
Jesús realmente la ama”? “Por supuesto”, respondí.
 
Aquella
encomienda había estado de viaje durante 5 meses, la habían enviado mis
compañeros de escuela que tuvieron la impresión de obedecer a Dios e
incluir una bolsa de agua caliente, aún para la línea del Ecuador. Y
una chica había puesto la muñeca para una niña Africana 5 meses antes,
en respuesta a la oración de fe de una niña de 10 años, y traerla esa
misma tarde.
 “Antes que clamen, responderé yo… Isaías 65:24
 
Padre
Celestial: te ruego que bendigas a mis hermanos de fe y servicio. Te
pido que tu Espíritu los consuele. Donde hay dolor, dales Tu paz y Tu
misericordia. Donde hay dudas, renueva la confianza en ellos y alivia su
cansancio, te pido que les des entendimiento y fuerza. Donde hay temor,
revela nuestro amor y dales Tu coraje…  dales una visión más amplia,
provee amigos y personas que los apoyen y consuelen, cubre sus gastos y
necesidades. 
Te pido esto en el nombre de Cristo Jesús. Amén.